Hoy sólo quiero compartir esta canción y su video (ver al final) que no me canso de escuchar y ver, pues transmite una fuerza increíble y se mete en la piel, en el cuerpo, en la mente y en los recuerdos y en los sueños y deseos y utopisueños. No es sólo la música que empieza con un sumiso vals y evoluciona a algo parecido a una marcha. Sigue siendo el 1, 2, 3 - 1, 2, 3 de un vals, pero con un énfasis que invita al zapateo de botas o tacones o botas con tacones, o alpargatas o tenis o pies descalzos. No es sólo la guitarra de cantautor que nos remite a los años de generaciones idealistas y a los cientos de horas cantando entre hermanas-amigas, cuando creíamos que nos identificaba un ideal --snif, buaaaaaa :'(--. No es sólo esa voz hermosa, fuerte y sostenida que nos transporta a un estado musical entre mariachi y no se qué (no es ópera, no es canto lírico, no es sólo canto popular...) que nos sube en un vuelo y nos lleva por toda una cascada de sentimientos. No son sólo las voces y las caras de las mujeres del coro, que nos transmiten fuerza y determinación, pero también empatía y sororidad, nos sentimos parte de algo, nos han regalado un sentimiento que los hombres han tenido desde siempre y dan por sentado. El conjunto de voces (Vivir y el coro) nos eriza la piel. No es sólo la letra con toda su fuerza de denuncia, que no se queda en denuncia sino que trasciende el sentimiento de quien ha sido victimizada y nos lleva al poder y a la unión, enfatizando que “si tocan a una, respondemos todas”. Me parece que la parte culminante, con más fuerza, es aquella donde nos identificamos con los nombres de mujeres: Soy Claudia, soy Esther y soy Teresa Soy Ingrid, soy Fabiola y soy Valeria Soy la niña que subiste por la fuerza Soy la madre que ahora llora por sus muertas Y soy esta que te hará pagar las cuentas (¡Justicia! ¡Justicia! ¡Justicia!) Y nos identifica con las niñas, adolescentes y jóvenes que una vez fuimos y han sufrido una u otra forma de violencia y acoso sexual, en la familia, en la calle, en el bus, en la escuela, en la universidad, en el trabajo, en pareja, etc.. Porque si somos sinceras y hacemos memoria, creo que ninguna podría decir que nunca la ha sufrido o al menos, nunca la visto de cerca. Es hora de que todas cantemos juntas. Y lo último que quiero resaltar son esos bellos versos: Que retiemble en sus centros la tierra Al sororo rugir del amor Ojo, no dice: que tiemblen porque vienen las mujeres a vengarse de siglos de dominio y violencia gratuita. Dice: que tiemble la tierra por la fuerza del Amor de las mujeres-hermanas. Con la hermosa palabra que no recoge el diccionario, sororo. Tengan en cuenta que fraterno está desde siempre, sin embargo sororo, no. Y tiene lógica, porque en este sistema patriarcal la sororidad no es sólo una palabra poco común y ‘nueva’ (fue incluida en la RAE apenas hace un par de años a pesar de que Unamuno la usó en la tía Tula hace 100 años, y mi diccionario del computador no la entiende y todavía me la marca en rojo. Bueno me la marcaba porque ya le di la orden de incluirla), también es un comportamiento poco extendido en este sistema occidental de poder y explotación. No es así en las sociedades nativas o aquellas que mantienen el contacto con la tierra y los ancestros y tal vez también en clases sociales con pocos recursos, en las que las mujeres se ayudan con los hijos, la carga doméstica y las múltiples cargas que les han echado encima. En todas las novelas de lagrimones y programas de tv, en los cuentos y ficciones, son raras las mujeres solidarias entre ellas, todo lo contrario, hay una competencia descarnada para ser la elegida por el macho Alfa: la reina del gallinero, la llaman. Hemos visto la evolución de la sociedad frente al feminismo y creo que entender la sororidad es una de las ganancias más valiosas. Eso es parte del utopisueño que nos trae esta canción y el movimiento. Y hablando de palabras que no acepta la RAE, también quiero resaltar a “las comandantas luchando por Chiapas” porque sé que hay tantos (y tantas) que sacuden la cabeza, roll their eyes, o ponen ojos de eccehomo repintado, que porque ¡no se dice comandantas!, así como no quieren que exista presidenta porque las palabras terminadas en -ente bla bla bla pero son también quienes no dudan un segundo en llamar a las sirvientas a limpiar sus desórdenes. Las palabras existen cuando las aprueban los poderes convenientes. ¡Al diablo con eso! Las palabras existen cuando las usamos; cuando las necesitamos para definir algo que es pero no ha sido nombrado, no cuando el poder de turno las apruebe. No es como decía Humpty Dumpty en Alicia a través del espejo, según Lewis Carroll: “Cuando yo uso una palabra —insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso— quiere decir lo que yo quiero que diga…, ni más ni menos. —La cuestión —insistió Alicia— es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes. —La cuestión —zanjó Humpty Dumpty— es saber quién es el que manda…, eso es todo.” Y me gustaría ver a los amigos (hombres) compartiendo la canción y entendiéndola porque sería un gran paso en la evolución de la sociedad. Pero es bueno aclarar que la fuerza de este movimiento y que esta canción transmite con tanta garra es precisamente ese decir: “Nos sembraron miedo, nos crecieron alas”. Y si los hombres contemporáneos no vuelan con nosotras, no tenemos miedo de seguir el vuelo solas, así que la cuestión es: o se suman, o se quedan atrás. Luz Stella Mejía Mantilla, 2 de mayo de 2020
Letra de la canción:
Canción sin miedo (Vivir Quintana) Que tiemble el Estado, los cielos, las calles Que tiemblen los jueces y los judiciales Hoy a las mujeres nos quitan la calma Nos sembraron miedo, nos crecieron alas A cada minuto de cada semana Nos roban amigas, nos matan hermanas Destrozan sus cuerpos, los desaparecen ¡No olvide sus nombres, por favor, Señor Presidente! Por todas las compas marchando en Reforma Por todas las morras peleando en Sonora Por las comandantas luchando por Chiapas Por todas las madres buscando en Tijuana Cantamos sin miedo, pedimos justicia Gritamos por cada desaparecida Que resuene fuerte: ¡Nos queremos vivas! Que caiga con fuerza el feminicida Yo todo lo incendio, yo todo lo rompo Si un día algún fulano te apaga los ojos Ya nada me calla, ya todo me sobra Si tocan a una, respondemos todas Soy Claudia, soy Esther y soy Teresa Soy Ingrid, soy Fabiola y soy Valeria Soy la niña que subiste por la fuerza Soy la madre que ahora llora por sus muertas Y soy esta que te hará pagar las cuentas (¡Justicia! ¡Justicia! ¡Justicia!) Por todas las compas marchando en Reforma Por todas las morras peleando en Sonora Por las comandantas luchando por Chiapas Por todas las madres buscando en Tijuana Cantamos sin miedo, pedimos justicia Gritamos por cada desaparecida Que resuene fuerte: ¡Nos queremos vivas! Que caiga con fuerza el feminicida Que caiga con fuerza el feminicida [Outro] Que retiemble en sus centros la tierra Al sororo rugir del amor
4 Comentarios
![]() Les comparto el poema múltiple «Símil», recogido en el capítulo «Matria» del libro Etimológicas Símil Del latín similis, del indoeuropeo sm-alo-: de la misma clase de sem: uno mismo ¿Qué tienen en común Una bebé de 6 meses Una niña de 2 o 7 o 12 años Una universitaria en un bar Una joven caminando sola Una señora en coma Una anciana con demencia y una mujer de cualquier edad, en cualquier circunstancia, con cualquier vestido, en cualquier lugar?
![]() 2. Niña dormida Niño dormido en el florido huerto una cosa tan sólo aún es más bella: niño despierto. Estrella. Gerardo Diego Niña dormida en cualquier parte una cosa tan sólo aún es más bella: niña despierta… Estrella, lucero, angelito ¡Despierta! ¡Despierta! ¡Despierta! te quiero despierta Cuando venga el tío, el abuelo, el padrastro, en casa del primo, el amigo, el vecino, te quiero despierta.
![]() 4. Sola (con amigas) en la calle ¿Por qué no le hice caso a mi mamá? Nunca debí venir a este concierto sola. Nunca debí venir a este concierto Nunca debí venir Nunca debí Nunca A este concierto sola ¿Sola? Una + Una = ¿Cero? ![]() 5. En coma Soy un costal: Vegetal y huecos. Nadie lo sabría si no fuera por la otra vida que llevo dentro. ![]() 6. La segunda infancia No recuerdo. No puedo contarte lo que me pasa. Me duele. Alguien puso esas llagas entre mis piernas. Arrorró mi niña, despierta, despierta. Todas las imágenes son obras de arte de Katie Berggren.
Amo tanto la libertad que incluso a mis cejas las he dejado ser lo que quisieran. Nunca les he impuesto una guía, ni una línea límite, ni las he expurgado cuando se atrevieron a incursionar fuera de su forma. Así había sido hasta el momento, pues ahora les ha dado por desaparecer, junto con las pestañas, y ahí sí les digo: !Por favor no se vayan! Esperen unos años y nos vamos todas juntas. Pero eso de que nos abandonen de a poquitos, primero las cejas, luego las pestañas, luego la memoria y las neuronas… No, no me parece. Ya sabía desde siempre que con suerte envejecería, la otra posibilidad era morir por alguna bala perdida en las calles o aplastada por mi propia casa en algún atentado explosivo o tal vez morir de alguna enfermedad tropical y en la puerta de un hospital si acaso me cogiera algún parásito nuestro sin un peso en el bolsillo. Así que envejecer es todo un privilegio y como tal lo aceptaba y bienvenía.
Sabía que me llenaría de arrugas y me preparé riendo mucho para que se marcara la felicidad más que la tristeza y la risa dejara su huella en las comisuras. También sabía que tendría canas y sé que cuando llegue el momento en que éstas sean más abundantes que el resto de cabello, también tendrán toda la libertad de expresarse. Sé que adentrarse en la segunda mitad de la vida significa tal vez alguna lentitud, aunque por el momento le digo a los años que sigan persiguiéndome y que cuando me alcancen los aceptaré, por ahora seguiré marcando el ritmo con mis ganas. Pero nadie me dijo que las pestañas y las cejas serían las primeras en querer abandonar mi unidad. Siempre fueron un poco caprichosas, algo desordenadas, no todos sus componentes se inclinaban graciosos hacia el mismo lado. Algunos se extendían entre ceja y ceja formando un puente, como queriendo tocarse y otros iban contra corriente formando remolinos rebeldes que nunca intenté dominar, es más, no había reparado en ellos hasta mis 11 o 12 años. Sucedió que estando a solas en un ascensor con uno de esos viejos verdes, que más que verde era rojo púrpura, el cuarentón se quedó mirándome fijamente, con una mirada que me intimidó y me forzó a hacerme pequeñita y tratar de desaparecer en ese espacio cerrado. Justo antes de que se detuviera el ascensor para bajarnos, el hombre, con la boca llena de babas me dijo que mis cejas eran muy sexis con esos remolinos y sacó la lengua y se lamió sus labios. La verdad es que ni siquiera supe cómo reaccionar a esto. Ya saben, toda la vida nos enseñaron a respetar a los mayores y a sonreír ante los cumplidos, y yo, sin estar muy segura de que éste fuera un cumplido, eso hice y me sentí ridícula y culpable, es más, me sentí sucia, por aceptar las palabras de ese viejo borracho y lascivo, porque sentía que al sonreír le estaba diciendo que me gustaba lo que decía y la verdad es que me producía asco. Más adelante, pensar en el episodio me producía también mucha rabia, porque había arruinado las cejas para mí. A mí me gustaban mis cejas tal cual, o mejor dicho, no me disgustaban ni les daba mucha importancia. Nunca invertí tiempo es arreglar lo que otras consideraban desperfectos: el cabello rizado y desordenado, las cejas desobedientes o en extramuros el color de la piel o los labios. Logré salvar las cejas de los intentos de amigas y tías que querían depilarme, pero ahora sentía que mis cejas así desordenadas también podían atraer la atención de personajes desagradables y eso me enfurecía. Me molestaba también mi risa bobalicona y el hecho de que otras veces, ante otros viejos desagradables, borrachos o no, también había sonreído azorada. Además ahora me tenía que esconder si lo veía llegar al edificio o esperar el siguiente ascensor si lo veía subirse a uno. El viejo no era totalmente desconocido para mí. Muchas veces lo había visto en la tienda de la esquina donde se encontraba con otro viejo a tomar cerveza. El otro individuo era del mismo color: rojo tirando a morado y con la típica nariz venosa de borracho, y era el papá de mi amiga. Yo temía encontrármelo en la tienda o en la casa de mi amiga, pues me repugnaba su olor a cerveza rancia, sus ojos ebrios pero siempre con esa chispa de lascivia en sus pupilas. Mi amiga era de mi edad y me gustaba ir a su casa porque su mamá era la gerente de una fábrica de chocolates y ella siempre tenía chocolatinas. No tenía unas pocas, sino cajas y cajas de chocolatinas. No eran mis chocolates preferidos, pero bueno, que la mamá de mi amiga fuera importante en una fábrica de chocolates !era fabuloso!: por los chocolates y por la madre a la que no estoy segura se haber visto, pero en mi memoria real o inventada estaba siempre con un traje sastre, muy elegante, e impecables zapatos de tacón. Que mi amiga tuviera cajas y cajas llenas de chocolatinas, en una época en que me gustaban tanto que soñaba con trabajar como catadora de chocolates, era más que fabuloso, increíble. Que mi amiga no me regalara chocolates, sino muy de vez en cuando y sólo uno, cuando estando en su casa ella abría sus cajas para comerse uno ella misma y casi con pesar me miraba y me regalaba uno con condescendencia, como diciendo: “tome pues, pobre y miserable ser inferior que no tiene la suerte de tener docenas de chocolates al alcance de sus deseos”, eso no era para nada estupendo. Es más, toda esa maravilla de tener una amiga con tal tesoro, se convertía en algo triste. Nuestra amistad no duró mucho más, supongo que por los chocolates y por su padre y quién sabe por qué más. Ahora, después de tantos años, cada vez que me miro al espejo en mi ritual matutino y abro la cajita de polvillo que parece de chocolate y me provoca morder, pero que en cambio uso para ayudarle a mis cejas a reaparecer, sigo el mismo camino de recuerdos: Mis cejas, sus remolinos y puentes, el viejo rojo púrpura, su amigo morado y su nariz veteada, la desagradable mirada de ambos, mi amiga, su madre y los chocolates. Es que somos todas las cosas que nos han pasado, las que hicimos, las que no hicimos y las que nos hicieron. Yo aprendí a ignorar y no temer a viejos borrachos, a no sonreír ante cualquier babosada que me suelte algún conocido y a dejar a las personas a las que no les importo. Tal vez ya no tengo mis remolinos, pero tengo mis cejas de chocolate. El otro día muchas personas reprodujeron y mandaron indignadas el video del diputado polaco defendiendo la brecha salarial basada en lo que para él es la inferioridad de la mujer (ver abajo el enlace). Lo malo es que no está solo, muchos hombres piensan igual, solo que no lo dicen por temor a ser criticados. La cuestión es que estos hombres pensarán: tiene razón, las mujeres son más débiles y pequeñas y menos inteligentes, entonces son inferiores. Y lo peor es que muchas mujeres también lo pensarán: es verdad, mi novio (mi hermano, mi hijo, mi esposo…) es más fuerte y alto que yo. Y hasta sentirán que son menos inteligentes porque es fácil en una sociedad dominada por el machismo sentirse inferior, donde si no te discriminan abiertamente, se burlan de ti, te interrumpen, no te dejan hablar o simplemente no te hacen caso, te confinan en la cocina y no te dejan manejar…. –Espere, espere eso es una exageración. A mí nadie me confina en la cocina y nadie me prohíbe manejar. –Yo sé Lusa, no digo que haya un hombre que te obligue a cocinar, ni mucho menos, pero es algo sutil, que está en la sociedad y en los comportamientos diarios, en las situaciones cotidianas se puede ver. Por ejemplo, cuando ustedes van a una reunión familiar, de esas grandes con primos y tíos y abuelos ¿quiénes cocinan? ¿quienes atienden y sirven? ¿qué hacen los hombres en la reunión? ¿qué hacen las mujeres? ¿Ha intentado NO ir a la cocina y quedarse conversando con los hombres? ¿Nadie le dijo nada? ¿Ni indirectas, ni chistecitos ni burlas, ni críticas? –Pues la verdad es que odio esas reuniones por eso mismo… El otro día mi tío decía de la esposa de mi primo: ¡es una inútil! Yo me la imaginé tirada en el sofá viendo novelas todo el día y comiendo papas fritas, entonces le pregunté: ¿ella no hace nada? Me dijo: ¡No, nada! Y entonces mi tía, que hasta ese momento estaba callada escuchando nuestra conversación, intervino, suspirando y poniendo los ojos en blanco: No hace oficio, porque está estudiando un doctorado en química… –¿Si ve? Esa cultura machista… Bueno, y cuando sale a pasear en el carro con la familia, ¿quién maneja? ¿Qué pasaría si su prima, sin decir nada, simplemente se sienta en el puesto del conductor? –Pues yo creo que el esposo se moriría de la risa, como si fuera un chiste y la sacaría de allí. –Exacto, yo creo lo mismo, el hombre se reiría como si fuera muy chistoso, una situación imposible, que la esposa maneje como algo normal, diario, y él vaya sentado en el asiento del copiloto: intolerable. Y algunos se defenderán diciendo que las mujeres son unas brutas manejando. Tienen pruebas, hay docenas de videos de mujeres brutas manejando ¿sí o no? –Pues la verdad es que yo he visto varios –¿Y de hombres brutos manejando? –No, no hay muchos. –Será que cuando cuelgan un video de una mujer bruta manejando eso es precisamente lo que dicen: “mujer bruta manejando”, pero cuando cuelgan un vídeo de hombre bruto manejando usualmente no se hace énfasis en el género del conductor, sino en lo chistoso de la situación, por ejemplo: “accidentes graciosos de autos”. Mire un par de búsquedas: No es una competencia a ver quién es más bruto, simplemente se asume que las mujeres son brutas y eso hace que a la hora de buscar datos para comparar, los datos estén sesgados por los mismos prejuicios. ¡Y así es con casi todo! –Bueno, pero el hombre del video, el diputado dice que no hay una sola mujer entre los 100 mejores jugadores de ajedrez del mundo… Eso es verdad ¿no? Será que los hombres si son más inteligentes. –Ay Lusa… Eso da para mucha cháchara, café incluido o un buen vino. Yo no estoy de acuerdo. Primero que todos, hay varios estudios que dicen que la inteligencia no es tan fácil de medir… Pero de eso hablemos otro día con el tinto (el vino o el café, je, je). Lo segundo es que el hecho de que no haya mujeres entre los mejores jugadores de ajedrez es simplemente reflejo de que no hay muchas mujeres jugando ajedrez, a ningún nivel. Dicen que la proporción de niños y niñas que empiezan a jugar ajedrez es de 8:1. Por qué? No sé. Supongo que es una de esas cosas que se asume que es así: el ajedrez es para niños, no se promueve entre las niñas, o a lo mejor es algo que no llama la atención de las niñas o es intimidante para ellas, un mundo dominado por los hombres. O sea, si en el ancho mundo hubiera la misma proporción de niños y niñas jugando ajedrez, si hubiera la misma proporción de adolescentes y adultos, entonces sí sería diciente que no hubiera casi mujeres entre los 100 mejores jugadores. –Ya entiendo, es como si metiéramos 80 peces anaranjados en un estanque, de esas bailarinas, y solo 10 peces blancos y sacáramos unos cuantos, la probabilidad de sacar uno anaranjado es 8 veces más grande? –Si, algo así. Por eso sería interesante preguntarle al diputado si él juega ajedrez desde niño y es muy aficionado ¿por qué él mismo no está entre los 100 mejores? –Bueno, pero cierto que las mujeres son más débiles y más pequeñas que los hombres, si es que hasta para abrir un frasco o alcanzar los estantes altos yo llamo a mi esposo. –De acuerdo Lusa, en general eso es así, a no ser que sea una mujer con entrenamiento físico, en ese caso, es de temer. Pero ¿eso qué importa? Ese es precisamente el punto importante del debate feminista, a mi modo de ver. El patriarcado, el sistema machista valora unas habilidades, cualidades o características de las personas, mientras que desprecia otras. Por ejemplo. En nuestra sociedad es más valioso ser fuerte, ser más alto, hablar más duro, tener pene. Mientras que ser menos fuerte, bajito, hablar suave y no tener pene es símbolo de inferioridad. Que un niño sea confundido con una niña es ofensivo para el niño. Y decir cosas como “corre como una niña, llora como una niña, habla como una niña” es un insulto ¿Por qué? –Yo me acuerdo que cuando mis primos peleaban, el peor insulto entre ellos era llamarse unos a otros son una versión femenina de su nombre. A Luis le decían Luisa y a Jaime, Jaima o Jaimita. Y eso los enfurecía. Pero no solo a ellos, a sus papás también! –Sí, yo también me acuerdo. Y esa es una de las pruebas del machismo. Para muchos hombres, ser confundido con una mujer es una ofensa, porque consideran a las mujeres inferiores. Qué tal que viviéramos en un sistema opresor pero que fueran las mujeres las que dominaran. Probablemente en nuestro sistema de valores, tener la voz grave sería visto como debilidad, la voz aguda sería dominante. Ser bruscos y violentos sería una desventaja. Probablemente ser fuerte o alto no sería una ventaja si los inventos fueran todos femeninos y pensados sólo para mujeres, teniendo a los hombres como apéndices nuestros que dependieran de nosotras (como por siglos las mujeres fueron respecto a los hombres). La arquitectura, el diseño estarían basados en las necesidades de las mujeres, así que ser altos y grandes sería una desventaja. Por poner sólo un ejemplo, los cinturones de seguridad serían como los de los pilotos o los bebés, teniendo en cuenta la anatomía femenina, no la masculina: O sea cómodos para las que tienen busto, no testículos. No como ahora que para nosotras son incómodos. El feminismo busca acabar la desigualdad, no busca cambiar una dominación por otra. Busca mostrar que ser pequeñas no es sinónimo de ser inferiores, porque en realidad la estatura no es una medida del valor de un ser humano, ni la fuerza muscular, ni el tono de voz, ni siquiera el famoso CI o coeficiente intelectual. ¿Qué determina el valor de un ser humano? Yo diría que eso depende de qué tipo de sociedad queremos construir. Por eso el feminismo no sólo beneficia a las mujeres, también le da a los hombres un sistema de valores diferente al del patriarcado, un sistema donde un hombre que llora no es menos hombre, como no es menos un hombre que limpia, cocina o cuida a los hijos. Un sistema de valores donde la violencia de cualquier tipo no es deseable ni aceptable. Donde las oportunidades no dependan de tu género, ni de si eres bonita o fea, gorda o flaca, alta o bajita… Por eso hay un día de la mujer, para recordarnos que todavía hay hombres como ese diputado neandertal, que piensan y afirman que las mujeres son inferiores al hombre y merecen menos. Por eso mi deseo para hoy y todos los días es: Que la igualdad te equilibre, que las oportunidades se abran como rosas, que el privilegio sea no pisar a nadie y que nadie se pare en tu cuerpo, ni en tu vida para llegar más alto. Que podamos vivir en un mundo donde no se mida a las personas por su fuerza, su estatura, su cintura. Video del diputado Polaco: https://www.youtube.com/watch?v=Ehq9SdFiUv4 Artículo sobre el número desigual de mujeres en el ajedrez: http://scienceblogs.com/notrocketscience/2008/12/23/why-are-there-so-few-female-chess-grandmasters/ ![]() El otro día muchas personas reprodujeron y mandaron indignadas el video del diputado polaco defendiendo la brecha salarial basada en lo que para él es la inferioridad de la mujer (ver abajo el enlace). Lo malo es que no está solo, muchos hombres piensan igual, solo que no lo dicen por temor a ser criticados. La cuestión es que estos hombres pensarán: tiene razón, las mujeres son más débiles y pequeñas y menos inteligentes, entonces son inferiores. Y lo peor es que muchas mujeres también lo pensarán: es verdad, mi novio (mi hermano, mi hijo, mi esposo…) es más fuerte y alto que yo. Y hasta sentirán que son menos inteligentes porque es fácil en una sociedad dominada por el machismo sentirse inferior, donde si no te discriminan abiertamente, se burlan de ti, te interrumpen, no te dejan hablar o simplemente no te hacen caso, te confinan en la cocina y no te dejan manejar…. –Espere, espere eso es una exageración. A mí nadie me confina en la cocina y nadie me prohíbe manejar. –Yo sé Lusa, no digo que haya un hombre que te obligue a cocinar, ni mucho menos, pero es algo sutil, que está en la sociedad y en los comportamientos diarios, en las situaciones cotidianas se puede ver. Por ejemplo, cuando ustedes van a una reunión familiar, de esas grandes con primos y tíos y abuelos ¿quiénes cocinan? ¿quienes atienden y sirven? ¿qué hacen los hombres en la reunión? ¿qué hacen las mujeres? ¿Ha intentado NO ir a la cocina y quedarse conversando con los hombres? ¿Nadie le dijo nada? ¿Ni indirectas, ni chistecitos ni burlas, ni críticas? –Pues la verdad es que odio esas reuniones por eso mismo… El otro día mi tío decía de la esposa de mi primo: ¡es una inútil! Yo me la imaginé tirada en el sofá viendo novelas todo el día y comiendo papas fritas, entonces le pregunté: ¿ella no hace nada? Me dijo: ¡No, nada! Y entonces mi tía, que hasta ese momento estaba callada escuchando nuestra conversación, intervino, suspirando y poniendo los ojos en blanco: No hace oficio, porque está estudiando un doctorado en química… –¿Si ve? Esa cultura machista… Bueno, y cuando sale a pasear en el carro con la familia, ¿quién maneja? ¿Qué pasaría si su prima, sin decir nada, simplemente se sienta en el puesto del conductor? –Pues yo creo que el esposo se moriría de la risa, como si fuera un chiste y la sacaría de allí. –Exacto, yo creo lo mismo, el hombre se reiría como si fuera muy chistoso, una situación imposible, que la esposa maneje como algo normal, diario, y él vaya sentado en el asiento del copiloto: intolerable. Y algunos se defenderán diciendo que las mujeres son unas brutas manejando. Tienen pruebas, hay docenas de videos de mujeres brutas manejando ¿sí o no? –Pues la verdad es que yo he visto varios –¿Y de hombres brutos manejando? –No, no hay muchos. –Será que cuando cuelgan un video de una mujer bruta manejando eso es precisamente lo que dicen: “mujer bruta manejando”, pero cuando cuelgan un vídeo de hombre bruto manejando usualmente no se hace énfasis en el género del conductor, sino en lo chistoso de la situación, por ejemplo: “accidentes graciosos de autos”. Mire un par de búsquedas: No es una competencia a ver quién es más bruto, simplemente se asume que las mujeres son brutas y eso hace que a la hora de buscar datos para comparar, los datos estén sesgados por los mismos prejuicios. ¡Y así es con casi todo! –Bueno, pero el hombre del video, el diputado dice que no hay una sola mujer entre los 100 mejores jugadores de ajedrez del mundo… Eso es verdad ¿no? Será que los hombres si son más inteligentes. –Ay Lusa… Eso da para mucha cháchara, café incluido o un buen vino. Yo no estoy de acuerdo. Primero que todos, hay varios estudios que dicen que la inteligencia no es tan fácil de medir… Pero de eso hablemos otro día con el tinto (el vino o el café, je, je). Lo segundo es que el hecho de que no haya mujeres entre los mejores jugadores de ajedrez es simplemente reflejo de que no hay muchas mujeres jugando ajedrez, a ningún nivel. Dicen que la proporción de niños y niñas que empiezan a jugar ajedrez es de 8:1. Por qué? No sé. Supongo que es una de esas cosas que se asume que es así: el ajedrez es para niños, no se promueve entre las niñas, o a lo mejor es algo que no llama la atención de las niñas o es intimidante para ellas, un mundo dominado por los hombres. O sea, si en el ancho mundo hubiera la misma proporción de niños y niñas jugando ajedrez, si hubiera la misma proporción de adolescentes y adultos, entonces sí sería diciente que no hubiera casi mujeres entre los 100 mejores jugadores. –Ya entiendo, es como si metiéramos 80 peces anaranjados en un estanque, de esas bailarinas, y solo 10 peces blancos y sacáramos unos cuantos, la probabilidad de sacar uno anaranjado es 8 veces más grande? –Si, algo así. Por eso sería interesante preguntarle al diputado si él juega ajedrez desde niño y es muy aficionado ¿por qué él mismo no está entre los 100 mejores? –Bueno, pero cierto que las mujeres son más débiles y más pequeñas que los hombres, si es que hasta para abrir un frasco o alcanzar los estantes altos yo llamo a mi esposo. –De acuerdo Lusa, en general eso es así, a no ser que sea una mujer con entrenamiento físico, en ese caso, es de temer. Pero ¿eso qué importa? Ese es precisamente el punto importante del debate feminista, a mi modo de ver. El patriarcado, el sistema machista valora unas habilidades, cualidades o características de las personas, mientras que desprecia otras. Por ejemplo. En nuestra sociedad es más valioso ser fuerte, ser más alto, hablar más duro, tener pene. Mientras que ser menos fuerte, bajito, hablar suave y no tener pene es símbolo de inferioridad. Que un niño sea confundido con una niña es ofensivo para el niño. Y decir cosas como “corre como una niña, llora como una niña, habla como una niña” es un insulto ¿Por qué? –Yo me acuerdo que cuando mis primos peleaban, el peor insulto entre ellos era llamarse unos a otros son una versión femenina de su nombre. A Luis le decían Luisa y a Jaime, Jaima o Jaimita. Y eso los enfurecía. Pero no solo a ellos, a sus papás también! –Sí, yo también me acuerdo. Y esa es una de las pruebas del machismo. Para muchos hombres, ser confundido con una mujer es una ofensa, porque consideran a las mujeres inferiores. Qué tal que viviéramos en un sistema opresor pero que fueran las mujeres las que dominaran. Probablemente en nuestro sistema de valores, tener la voz grave sería visto como debilidad, la voz aguda sería dominante. Ser bruscos y violentos sería una desventaja. Probablemente ser fuerte o alto no sería una ventaja si los inventos fueran todos femeninos y pensados sólo para mujeres, teniendo a los hombres como apéndices nuestros que dependieran de nosotras (como por siglos las mujeres fueron respecto a los hombres). La arquitectura, el diseño estarían basados en las necesidades de las mujeres, así que ser altos y grandes sería una desventaja. Por poner sólo un ejemplo, los cinturones de seguridad serían como los de los pilotos o los bebés, teniendo en cuenta la anatomía femenina, no la masculina: O sea cómodos para las que tienen busto, no testículos. No como ahora que para nosotras son incómodos. El feminismo busca acabar la desigualdad, no busca cambiar una dominación por otra. Busca mostrar que ser pequeñas no es sinónimo de ser inferiores, porque en realidad la estatura no es una medida del valor de un ser humano, ni la fuerza muscular, ni el tono de voz, ni siquiera el famoso CI o coeficiente intelectual. ¿Qué determina el valor de un ser humano? Yo diría que eso depende de qué tipo de sociedad queremos construir. Por eso el feminismo no sólo beneficia a las mujeres, también le da a los hombres un sistema de valores diferente al del patriarcado, un sistema donde un hombre que llora no es menos hombre, como no es menos un hombre que limpia, cocina o cuida a los hijos. Un sistema de valores donde la violencia de cualquier tipo no es deseable ni aceptable. Donde las oportunidades no dependan de tu género, ni de si eres bonita o fea, gorda o flaca, alta o bajita… Por eso hay un día de la mujer, para recordarnos que todavía hay hombres como ese diputado neandertal, que piensan y afirman que las mujeres son inferiores al hombre y merecen menos. Por eso mi deseo para hoy y todos los días es: Que la igualdad te equilibre, que las oportunidades se abran como rosas, que el privilegio sea no pisar a nadie y que nadie se pare en tu cuerpo, ni en tu vida para llegar más alto. Que podamos vivir en un mundo donde no se mida a las personas por su fuerza, su estatura, su cintura. Video del diputado Polaco: https://www.youtube.com/watch?v=Ehq9SdFiUv4 Artículo sobre el número desigual de mujeres en el ajedrez: http://scienceblogs.com/notrocketscience/2008/12/23/why-are-there-so-few-female-chess-grandmasters/ El otro día muchas personas reprodujeron y mandaron indignadas el video del diputado polaco defendiendo la brecha salarial basada en lo que para él es la inferioridad de la mujer (ver abajo el enlace). Lo malo es que no está solo, muchos hombres piensan igual, solo que no lo dicen por temor a ser criticados. La cuestión es que estos hombres pensarán: tiene razón, las mujeres son más débiles y pequeñas y menos inteligentes, entonces son inferiores. Y lo peor es que muchas mujeres también lo pensarán: es verdad, mi novio (mi hermano, mi hijo, mi esposo…) es más fuerte y alto que yo. Y hasta sentirán que son menos inteligentes porque es fácil en una sociedad dominada por el machismo sentirse inferior, donde si no te discriminan abiertamente, se burlan de ti, te interrumpen, no te dejan hablar o simplemente no te hacen caso, te confinan en la cocina y no te dejan manejar…. –Espere, espere eso es una exageración. A mí nadie me confina en la cocina y nadie me prohíbe manejar. –Yo sé Lusa, no digo que haya un hombre que te obligue a cocinar, ni mucho menos, pero es algo sutil, que está en la sociedad y en los comportamientos diarios, en las situaciones cotidianas se puede ver. Por ejemplo, cuando ustedes van a una reunión familiar, de esas grandes con primos y tíos y abuelos ¿quiénes cocinan? ¿quienes atienden y sirven? ¿qué hacen los hombres en la reunión? ¿qué hacen las mujeres? ¿Ha intentado NO ir a la cocina y quedarse conversando con los hombres? ¿Nadie le dijo nada? ¿Ni indirectas, ni chistecitos ni burlas, ni críticas? –Pues la verdad es que odio esas reuniones por eso mismo… El otro día mi tío decía de la esposa de mi primo: ¡es una inútil! Yo me la imaginé tirada en el sofá viendo novelas todo el día y comiendo papas fritas, entonces le pregunté: ¿ella no hace nada? Me dijo: ¡No, nada! Y entonces mi tía, que hasta ese momento estaba callada escuchando nuestra conversación, intervino, suspirando y poniendo los ojos en blanco: No hace oficio, porque está estudiando un doctorado en química… –¿Si ve? Esa cultura machista… Bueno, y cuando sale a pasear en el carro con la familia, ¿quién maneja? ¿Qué pasaría si su prima, sin decir nada, simplemente se sienta en el puesto del conductor? –Pues yo creo que el esposo se moriría de la risa, como si fuera un chiste y la sacaría de allí. –Exacto, yo creo lo mismo, el hombre se reiría como si fuera muy chistoso, una situación imposible, que la esposa maneje como algo normal, diario, y él vaya sentado en el asiento del copiloto: intolerable. Y algunos se defenderán diciendo que las mujeres son unas brutas manejando. Tienen pruebas, hay docenas de videos de mujeres brutas manejando ¿sí o no? –Pues la verdad es que yo he visto varios –¿Y de hombres brutos manejando? –No, no hay muchos. –Será que cuando cuelgan un video de una mujer bruta manejando eso es precisamente lo que dicen: “mujer bruta manejando”, pero cuando cuelgan un vídeo de hombre bruto manejando usualmente no se hace énfasis en el género del conductor, sino en lo chistoso de la situación, por ejemplo: “accidentes graciosos de autos”. Mire un par de búsquedas: No es una competencia a ver quién es más bruto, simplemente se asume que las mujeres son brutas y eso hace que a la hora de buscar datos para comparar, los datos estén sesgados por los mismos prejuicios. ¡Y así es con casi todo! –Bueno, pero el hombre del video, el diputado dice que no hay una sola mujer entre los 100 mejores jugadores de ajedrez del mundo… Eso es verdad ¿no? Será que los hombres si son más inteligentes. –Ay Lusa… Eso da para mucha cháchara, café incluido o un buen vino. Yo no estoy de acuerdo. Primero que todos, hay varios estudios que dicen que la inteligencia no es tan fácil de medir… Pero de eso hablemos otro día con el tinto (el vino o el café, je, je). Lo segundo es que el hecho de que no haya mujeres entre los mejores jugadores de ajedrez es simplemente reflejo de que no hay muchas mujeres jugando ajedrez, a ningún nivel. Dicen que la proporción de niños y niñas que empiezan a jugar ajedrez es de 8:1. Por qué? No sé. Supongo que es una de esas cosas que se asume que es así: el ajedrez es para niños, no se promueve entre las niñas, o a lo mejor es algo que no llama la atención de las niñas o es intimidante para ellas, un mundo dominado por los hombres. O sea, si en el ancho mundo hubiera la misma proporción de niños y niñas jugando ajedrez, si hubiera la misma proporción de adolescentes y adultos, entonces sí sería diciente que no hubiera casi mujeres entre los 100 mejores jugadores. –Ya entiendo, es como si metiéramos 80 peces anaranjados en un estanque, de esas bailarinas, y solo 10 peces blancos y sacáramos unos cuantos, la probabilidad de sacar uno anaranjado es 8 veces más grande? –Si, algo así. Por eso sería interesante preguntarle al diputado si él juega ajedrez desde niño y es muy aficionado ¿por qué él mismo no está entre los 100 mejores? –Bueno, pero cierto que las mujeres son más débiles y más pequeñas que los hombres, si es que hasta para abrir un frasco o alcanzar los estantes altos yo llamo a mi esposo. –De acuerdo Lusa, en general eso es así, a no ser que sea una mujer con entrenamiento físico, en ese caso, es de temer. Pero ¿eso qué importa? Ese es precisamente el punto importante del debate feminista, a mi modo de ver. El patriarcado, el sistema machista valora unas habilidades, cualidades o características de las personas, mientras que desprecia otras. Por ejemplo. En nuestra sociedad es más valioso ser fuerte, ser más alto, hablar más duro, tener pene. Mientras que ser menos fuerte, bajito, hablar suave y no tener pene es símbolo de inferioridad. Que un niño sea confundido con una niña es ofensivo para el niño. Y decir cosas como “corre como una niña, llora como una niña, habla como una niña” es un insulto ¿Por qué? –Yo me acuerdo que cuando mis primos peleaban, el peor insulto entre ellos era llamarse unos a otros son una versión femenina de su nombre. A Luis le decían Luisa y a Jaime, Jaima o Jaimita. Y eso los enfurecía. Pero no solo a ellos, a sus papás también! –Sí, yo también me acuerdo. Y esa es una de las pruebas del machismo. Para muchos hombres, ser confundido con una mujer es una ofensa, porque consideran a las mujeres inferiores. Qué tal que viviéramos en un sistema opresor pero que fueran las mujeres las que dominaran. Probablemente en nuestro sistema de valores, tener la voz grave sería visto como debilidad, la voz aguda sería dominante. Ser bruscos y violentos sería una desventaja. Probablemente ser fuerte o alto no sería una ventaja si los inventos fueran todos femeninos y pensados sólo para mujeres, teniendo a los hombres como apéndices nuestros que dependieran de nosotras (como por siglos las mujeres fueron respecto a los hombres). La arquitectura, el diseño estarían basados en las necesidades de las mujeres, así que ser altos y grandes sería una desventaja. Por poner sólo un ejemplo, los cinturones de seguridad serían como los de los pilotos o los bebés, teniendo en cuenta la anatomía femenina, no la masculina: O sea cómodos para las que tienen busto, no testículos. No como ahora que para nosotras son incómodos. El feminismo busca acabar la desigualdad, no busca cambiar una dominación por otra. Busca mostrar que ser pequeñas no es sinónimo de ser inferiores, porque en realidad la estatura no es una medida del valor de un ser humano, ni la fuerza muscular, ni el tono de voz, ni siquiera el famoso CI o coeficiente intelectual. ¿Qué determina el valor de un ser humano? Yo diría que eso depende de qué tipo de sociedad queremos construir. Por eso el feminismo no sólo beneficia a las mujeres, también le da a los hombres un sistema de valores diferente al del patriarcado, un sistema donde un hombre que llora no es menos hombre, como no es menos un hombre que limpia, cocina o cuida a los hijos. Un sistema de valores donde la violencia de cualquier tipo no es deseable ni aceptable. Donde las oportunidades no dependan de tu género, ni de si eres bonita o fea, gorda o flaca, alta o bajita… Por eso hay un día de la mujer, para recordarnos que todavía hay hombres como ese diputado neandertal, que piensan y afirman que las mujeres son inferiores al hombre y merecen menos. Por eso mi deseo para hoy y todos los días es: Que la igualdad te equilibre, que las oportunidades se abran como rosas, que el privilegio sea no pisar a nadie y que nadie se pare en tu cuerpo, ni en tu vida para llegar más alto. Que podamos vivir en un mundo donde no se mida a las personas por su fuerza, su estatura, su cintura. Video del diputado Polaco: https://www.youtube.com/watch?v=Ehq9SdFiUv4 Artículo sobre el número desigual de mujeres en el ajedrez: http://scienceblogs.com/notrocketscience/2008/12/23/why-are-there-so-few-female-chess-grandmasters/ El otro día muchas personas reprodujeron y mandaron indignadas el video del diputado polaco defendiendo la brecha salarial basada en lo que para él es la inferioridad de la mujer (ver abajo el enlace). Lo malo es que no está solo, muchos hombres piensan igual, solo que no lo dicen por temor a ser criticados. La cuestión es que estos hombres pensarán: tiene razón, las mujeres son más débiles y pequeñas y menos inteligentes, entonces son inferiores. Y lo peor es que muchas mujeres también lo pensarán: es verdad, mi novio (mi hermano, mi hijo, mi esposo…) es más fuerte y alto que yo. Y hasta sentirán que son menos inteligentes porque es fácil en una sociedad dominada por el machismo sentirse inferior, donde si no te discriminan abiertamente, se burlan de ti, te interrumpen, no te dejan hablar o simplemente no te hacen caso, te confinan en la cocina y no te dejan manejar…. –Espere, espere eso es una exageración. A mí nadie me confina en la cocina y nadie me prohíbe manejar– dijo Lusa cuando yo empecé a despotricar del mundo. (Les presento a Lusa en la página principal y aquí abajo también les cuento quién es). –Yo sé Lusa, no digo que haya un hombre que te obligue a cocinar, ni mucho menos, pero es algo sutil, que está en la sociedad y en los comportamientos diarios, en las situaciones cotidianas se puede ver. Por ejemplo, cuando ustedes van a una reunión familiar, de esas grandes con primos y tíos y abuelos ¿quiénes cocinan? ¿quienes atienden y sirven? ¿qué hacen los hombres en la reunión? ¿qué hacen las mujeres? ¿Ha intentado NO ir a la cocina y quedarse conversando con los hombres? ¿Nadie le dijo nada? ¿Ni indirectas, ni chistecitos ni burlas, ni críticas? –Pues la verdad es que odio esas reuniones por eso mismo… El otro día mi tío decía de la esposa de mi primo: ¡es una inútil! Yo me la imaginé tirada en el sofá viendo novelas todo el día y comiendo papas fritas, entonces le pregunté: ¿ella no hace nada? Me dijo: ¡No, nada! Y entonces mi tía, que hasta ese momento estaba callada escuchando nuestra conversación, intervino, suspirando y poniendo los ojos en blanco: No hace oficio porque está estudiando un doctorado en química… –¿Si ve? Esa cultura machista… Bueno, y cuando sale a pasear en el carro con la familia, ¿quién maneja? ¿Qué pasaría si su prima, sin decir nada, simplemente se sienta en el puesto del conductor? –Pues yo creo que el esposo se moriría de la risa, como si fuera un chiste y la sacaría de allí. –Exacto, yo creo lo mismo, el hombre se reiría como si fuera muy chistoso, una situación imposible, que la esposa maneje como algo normal, diario, y él vaya sentado en el asiento del copiloto: intolerable. Y algunos se defenderán diciendo que las mujeres son unas brutas manejando. Tienen pruebas, hay docenas de videos de mujeres brutas manejando ¿sí o no? –Pues la verdad es que yo he visto varios –¿Y de hombres brutos manejando? –No, no hay muchos. –Será que cuando cuelgan un video de una mujer bruta manejando eso es precisamente lo que dicen: “mujer bruta manejando”, pero cuando cuelgan un vídeo de hombre bruto manejando usualmente no se hace énfasis en el género del conductor, sino en lo chistoso de la situación, por ejemplo: “accidentes graciosos de autos”. Mire un par de búsquedas: ![]() El otro día muchas personas reprodujeron y mandaron indignadas el video del diputado polaco defendiendo la brecha salarial basada en lo que para él es la inferioridad de la mujer (ver abajo el enlace). Lo malo es que no está solo, muchos hombres piensan igual, solo que no lo dicen por temor a ser criticados. La cuestión es que estos hombres pensarán: tiene razón, las mujeres son más débiles y pequeñas y menos inteligentes, entonces son inferiores. Y lo peor es que muchas mujeres también lo pensarán: es verdad, mi novio (mi hermano, mi hijo, mi esposo…) es más fuerte y alto que yo. Y hasta sentirán que son menos inteligentes porque es fácil en una sociedad dominada por el machismo sentirse inferior, donde si no te discriminan abiertamente, se burlan de ti, te interrumpen, no te dejan hablar o simplemente no te hacen caso, te confinan en la cocina y no te dejan manejar…. –Espere, espere eso es una exageración. A mí nadie me confina en la cocina y nadie me prohíbe manejar. –Yo sé Lusa, no digo que haya un hombre que te obligue a cocinar, ni mucho menos, pero es algo sutil, que está en la sociedad y en los comportamientos diarios, en las situaciones cotidianas se puede ver. Por ejemplo, cuando ustedes van a una reunión familiar, de esas grandes con primos y tíos y abuelos ¿quiénes cocinan? ¿quienes atienden y sirven? ¿qué hacen los hombres en la reunión? ¿qué hacen las mujeres? ¿Ha intentado NO ir a la cocina y quedarse conversando con los hombres? ¿Nadie le dijo nada? ¿Ni indirectas, ni chistecitos ni burlas, ni críticas? –Pues la verdad es que odio esas reuniones por eso mismo… El otro día mi tío decía de la esposa de mi primo: ¡es una inútil! Yo me la imaginé tirada en el sofá viendo novelas todo el día y comiendo papas fritas, entonces le pregunté: ¿ella no hace nada? Me dijo: ¡No, nada! Y entonces mi tía, que hasta ese momento estaba callada escuchando nuestra conversación, intervino, suspirando y poniendo los ojos en blanco: No hace oficio, porque está estudiando un doctorado en química… –¿Si ve? Esa cultura machista… Bueno, y cuando sale a pasear en el carro con la familia, ¿quién maneja? ¿Qué pasaría si su prima, sin decir nada, simplemente se sienta en el puesto del conductor? –Pues yo creo que el esposo se moriría de la risa, como si fuera un chiste y la sacaría de allí. –Exacto, yo creo lo mismo, el hombre se reiría como si fuera muy chistoso, una situación imposible, que la esposa maneje como algo normal, diario, y él vaya sentado en el asiento del copiloto: intolerable. Y algunos se defenderán diciendo que las mujeres son unas brutas manejando. Tienen pruebas, hay docenas de videos de mujeres brutas manejando ¿sí o no? –Pues la verdad es que yo he visto varios –¿Y de hombres brutos manejando? –No, no hay muchos. –Será que cuando cuelgan un video de una mujer bruta manejando eso es precisamente lo que dicen: “mujer bruta manejando”, pero cuando cuelgan un vídeo de hombre bruto manejando usualmente no se hace énfasis en el género del conductor, sino en lo chistoso de la situación, por ejemplo: “accidentes graciosos de autos”. Mire un par de búsquedas: No es una competencia a ver quién es más bruto, simplemente se asume que las mujeres son brutas y eso hace que a la hora de buscar datos para comparar, los datos estén sesgados por los mismos prejuicios. ¡Y así es con casi todo! –Bueno, pero el hombre del video, el diputado dice que no hay una sola mujer entre los 100 mejores jugadores de ajedrez del mundo… Eso es verdad ¿no? Será que los hombres si son más inteligentes. –Ay Lusa… Eso da para mucha cháchara, café incluido o un buen vino. Yo no estoy de acuerdo. Primero que todos, hay varios estudios que dicen que la inteligencia no es tan fácil de medir… Pero de eso hablemos otro día con el tinto (el vino o el café, je, je). Lo segundo es que el hecho de que no haya mujeres entre los mejores jugadores de ajedrez es simplemente reflejo de que no hay muchas mujeres jugando ajedrez, a ningún nivel. Dicen que la proporción de niños y niñas que empiezan a jugar ajedrez es de 8:1. Por qué? No sé. Supongo que es una de esas cosas que se asume que es así: el ajedrez es para niños, no se promueve entre las niñas, o a lo mejor es algo que no llama la atención de las niñas o es intimidante para ellas, un mundo dominado por los hombres. O sea, si en el ancho mundo hubiera la misma proporción de niños y niñas jugando ajedrez, si hubiera la misma proporción de adolescentes y adultos, entonces sí sería diciente que no hubiera casi mujeres entre los 100 mejores jugadores. –Ya entiendo, es como si metiéramos 80 peces anaranjados en un estanque, de esas bailarinas, y solo 10 peces blancos y sacáramos unos cuantos, la probabilidad de sacar uno anaranjado es 8 veces más grande? –Si, algo así. Por eso sería interesante preguntarle al diputado si él juega ajedrez desde niño y es muy aficionado ¿por qué él mismo no está entre los 100 mejores? –Bueno, pero cierto que las mujeres son más débiles y más pequeñas que los hombres, si es que hasta para abrir un frasco o alcanzar los estantes altos yo llamo a mi esposo. –De acuerdo Lusa, en general eso es así, a no ser que sea una mujer con entrenamiento físico, en ese caso, es de temer. Pero ¿eso qué importa? Ese es precisamente el punto importante del debate feminista, a mi modo de ver. El patriarcado, el sistema machista valora unas habilidades, cualidades o características de las personas, mientras que desprecia otras. Por ejemplo. En nuestra sociedad es más valioso ser fuerte, ser más alto, hablar más duro, tener pene. Mientras que ser menos fuerte, bajito, hablar suave y no tener pene es símbolo de inferioridad. Que un niño sea confundido con una niña es ofensivo para el niño. Y decir cosas como “corre como una niña, llora como una niña, habla como una niña” es un insulto ¿Por qué? –Yo me acuerdo que cuando mis primos peleaban, el peor insulto entre ellos era llamarse unos a otros son una versión femenina de su nombre. A Luis le decían Luisa y a Jaime, Jaima o Jaimita. Y eso los enfurecía. Pero no solo a ellos, a sus papás también! –Sí, yo también me acuerdo. Y esa es una de las pruebas del machismo. Para muchos hombres, ser confundido con una mujer es una ofensa, porque consideran a las mujeres inferiores. Qué tal que viviéramos en un sistema opresor pero que fueran las mujeres las que dominaran. Probablemente en nuestro sistema de valores, tener la voz grave sería visto como debilidad, la voz aguda sería dominante. Ser bruscos y violentos sería una desventaja. Probablemente ser fuerte o alto no sería una ventaja si los inventos fueran todos femeninos y pensados sólo para mujeres, teniendo a los hombres como apéndices nuestros que dependieran de nosotras (como por siglos las mujeres fueron respecto a los hombres). La arquitectura, el diseño estarían basados en las necesidades de las mujeres, así que ser altos y grandes sería una desventaja. Por poner sólo un ejemplo, los cinturones de seguridad serían como los de los pilotos o los bebés, teniendo en cuenta la anatomía femenina, no la masculina: O sea cómodos para las que tienen busto, no testículos. No como ahora que para nosotras son incómodos. El feminismo busca acabar la desigualdad, no busca cambiar una dominación por otra. Busca mostrar que ser pequeñas no es sinónimo de ser inferiores, porque en realidad la estatura no es una medida del valor de un ser humano, ni la fuerza muscular, ni el tono de voz, ni siquiera el famoso CI o coeficiente intelectual. ¿Qué determina el valor de un ser humano? Yo diría que eso depende de qué tipo de sociedad queremos construir. Por eso el feminismo no sólo beneficia a las mujeres, también le da a los hombres un sistema de valores diferente al del patriarcado, un sistema donde un hombre que llora no es menos hombre, como no es menos un hombre que limpia, cocina o cuida a los hijos. Un sistema de valores donde la violencia de cualquier tipo no es deseable ni aceptable. Donde las oportunidades no dependan de tu género, ni de si eres bonita o fea, gorda o flaca, alta o bajita… Por eso hay un día de la mujer, para recordarnos que todavía hay hombres como ese diputado neandertal, que piensan y afirman que las mujeres son inferiores al hombre y merecen menos. Por eso mi deseo para hoy y todos los días es: Que la igualdad te equilibre, que las oportunidades se abran como rosas, que el privilegio sea no pisar a nadie y que nadie se pare en tu cuerpo, ni en tu vida para llegar más alto. Que podamos vivir en un mundo donde no se mida a las personas por su fuerza, su estatura, su cintura. Video del diputado Polaco: https://www.youtube.com/watch?v=Ehq9SdFiUv4 Artículo sobre el número desigual de mujeres en el ajedrez: http://scienceblogs.com/notrocketscience/2008/12/23/why-are-there-so-few-female-chess-grandmasters/ No es una competencia a ver quién es más bruto, simplemente se asume que las mujeres son brutas y eso hace que a la hora de buscar datos para comparar, los datos estén sesgados por los mismos prejuicios. ¡Y así es con casi todo! –Bueno, pero el hombre del video, el diputado dice que no hay una sola mujer entre los 100 mejores jugadores de ajedrez del mundo… Eso es verdad ¿no? Será que los hombres si son más inteligentes. –Ay Lusa… Eso da para mucha cháchara, café incluido o un buen vino. Yo no estoy de acuerdo. Primero que todo, hay varios estudios que dicen que la inteligencia no es tan fácil de medir… Pero de eso hablemos otro día con el tinto (el vino o el café, je, je). Lo segundo es que el hecho de que no haya mujeres entre los mejores jugadores de ajedrez es simplemente reflejo de que no hay muchas mujeres jugando ajedrez, a ningún nivel. Dicen que la proporción de niños y niñas que empiezan a jugar ajedrez es de 8:1. Por qué? No sé. Supongo que es una de esas cosas que se asume que es así: el ajedrez es para niños, no se promueve entre las niñas, o a lo mejor es algo que no llama la atención de las niñas o es intimidante para ellas, un mundo dominado por los hombres. O sea, si en el ancho mundo hubiera la misma proporción de niños y niñas jugando ajedrez, si hubiera la misma proporción de adolescentes y adultos, entonces sí sería diciente que no hubiera casi mujeres entre los 100 mejores jugadores. –Ya entiendo, es como si metiéramos 80 peces anaranjados en un estanque, de esas bailarinas, y solo 10 peces blancos y sacáramos unos cuantos, la probabilidad de sacar uno anaranjado es 8 veces más grande? –Si, algo así. Por eso sería interesante preguntarle al diputado si él juega ajedrez desde niño y es muy aficionado ¿por qué él mismo no está entre los 100 mejores? –Bueno, pero cierto que las mujeres son más débiles y más pequeñas que los hombres, si es que hasta para abrir un frasco o alcanzar los estantes altos yo llamo a mi esposo. –De acuerdo Lusa, yo también soy bajita y floja, y en general eso es así. Pero ¿eso qué importa? Ese es precisamente el punto importante del debate feminista, a mi modo de ver. El patriarcado, el sistema machista valora unas habilidades, cualidades o características de las personas, mientras que desprecia otras. Por ejemplo. En nuestra sociedad es más valioso ser fuerte, ser más alto, hablar más duro, tener pene. Mientras que ser menos fuerte, bajito, hablar suave y no tener pene es símbolo de inferioridad. Que un niño sea confundido con una niña es ofensivo para el niño. Y decir cosas como “corre como una niña, llora como una niña, habla como una niña” es un insulto ¿Por qué? –Yo me acuerdo que cuando mis primos peleaban, el peor insulto entre ellos era llamarse unos a otros son una versión femenina de su nombre. A Luis le decían Luisa y a Jaime, Jaima o Jaimita. Y eso los enfurecía. Pero no solo a ellos, a sus papás también! –Sí, yo también me acuerdo. Y esa es una de las pruebas del machismo. Para muchos hombres, ser confundido con una mujer es una ofensa, porque consideran a las mujeres inferiores. Qué tal que viviéramos en un sistema opresor pero que fueran las mujeres las que dominaran. Probablemente en nuestro sistema de valores, tener la voz grave sería visto como debilidad, la voz aguda sería dominante. Ser bruscos y violentos sería una desventaja. Probablemente ser fuerte o alto no sería una ventaja si los inventos fueran todos femeninos y pensados sólo para mujeres, teniendo a los hombres como apéndices nuestros que dependieran de nosotras (como por siglos las mujeres fueron respecto a los hombres). La arquitectura, el diseño estarían basados en las necesidades de las mujeres, así que ser altos y grandes sería una desventaja. Por poner sólo un ejemplo, los cinturones de seguridad serían algo parecido a los de los pilotos o los bebés, teniendo en cuenta la anatomía femenina, no la masculina, con las tiras pasando por el centro del pecho y no aplastando los senos. En esa sociedad hipotética opresora, los cinturones serían cómodos y seguros en primer lugar para las que tienen busto y no importaría si lo es para los que tienen testículos. En una sociedad inclusiva e igualitaria, los cinturones serían cómodos y seguros PARA TODOS. El feminismo busca acabar la desigualdad, no busca cambiar una dominación por otra. Busca mostrar que ser pequeñas no es sinónimo de ser inferiores, porque en realidad la estatura no es una medida del valor de un ser humano, ni la fuerza muscular, ni el tono de voz, ni siquiera el famoso CI o coeficiente intelectual. El valor de una mujer no está dado por la valoración de un hombre y el valor de ningún ser humano está dado por unas características físicas ¿Qué determina el valor de un ser humano? Yo diría que eso depende de qué tipo de sociedad queremos construir. Por eso el feminismo no sólo beneficia a las mujeres, también le da a los hombres un sistema de valores diferente al del patriarcado, un sistema donde un hombre que llora no es menos hombre, como no es menos un hombre que limpia, cocina o cuida a los hijos. Un sistema de valores donde la violencia de cualquier tipo no es deseable ni aceptable. Donde las oportunidades no dependan de tu género, ni de si eres bonita o fea, gorda o flaca, alta o bajita… Por eso hay un día de la mujer, para recordarnos que todavía hay hombres como ese diputado neandertal, que piensan y afirman que las mujeres son inferiores al hombre y merecen menos. Por eso también mi deseo para hoy y todos los días es: Que la igualdad te equilibre, que las oportunidades se abran como rosas, que el privilegio sea no pisar a nadie y que nadie se pare en tu cuerpo, ni en tu vida para llegar más alto. Que podamos vivir en un mundo donde no se mida a las personas por su fuerza, su estatura, su cintura. * Les presento a Luisa: Luisa siempre ha sido bastante idealista, incluso un poco ilusa. En el colegio la llamaban ilusa Luisa, Luisa la ilusa, y repetían en coro “lusa luisa, lusa luisa”, hasta que se quedó Lusa para todos. Su talante tímido y callado pasa desapercibido ante su figura alta y gruesa. No es gorda, es maciza. Lo que al final termina siendo una buena combinación ya que nadie se fija en su timidez extrema pues su presencia impone cierto respeto. Quienes la conocen superficialmente la describen como una persona de autoridad y muy discreta, lo que hubiera sorprendido a Lusa de haberlo escuchado. Su rostro podría decirse que es angelical. No es hermosa, pero su mirada de inocencia, y su sonrisa verdadera hacen que parezca más bella de lo que es. Su largo cabello lacio contribuye a este parecer, mientras que las gafas le dan cierto aire de inteligencia. El resultado es una Lusa muy creíble. Sobre todo porque ella no es consciente de su imagen, ni intenta sacarle provecho. Fue precisamente su idealismo lo que la llevó a estudiar derecho: quería un mundo justo. Fue su candidez lo que la empujó a trabajar en una corporación ambiental: quería salvar al mundo. Pero fue su figura la que le abrió las puertas en ambos casos. Así que aquí tenemos a Lusa, esta abogada honesta, defensora de los pobres, de las especies en peligro y del planeta. Esta persona que abre las puertas sin darse cuenta, pensando que están abiertas para todos. Esta mujer que parece más y se siente menos de lo que es. Video del diputado Polaco: https://www.youtube.com/watch?v=Ehq9SdFiUv4 Artículo sobre el número desigual de mujeres en el ajedrez: http://scienceblogs.com/notrocketscience/2008/12/23/why-are-there-so-few-female-chess-grandmasters/ |
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Agosto 2020
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